- ¿Dónde estabas?
- Viajo sin moverme de aquí.- dijo.
- ¿Y sentís todo el amor y energía que te mandamos?
- Claro. Me puse delante de mis ojos para ver.
- ¿Te comenté que odio esta ciclotimia? Angustia/alegría; extrañarte/cálmame.
Dijo: No te preocupes, cambiará como el mar lo que sientes, es algo natural.
- Estamos con vos, ¿sabés?
- Lo sé, un mundo microscópico me sostiene de los pies.
Hice una pequeña pausa y con la voz cansada dije:
- A veces la espera se hace interminable.
Cálidamente susurraste:
- Mirá, el reloj se derritió.
Y entendí que no existe el tiempo.
- Gente de todas partes está con vos. Le dije.
- Lo sé, nunca falla, el universo está a mi favor.
- ¿Cuál es la próxima estación? (trastabillé) perdón, si adelanté, no me hagas caso.
Sonrió
- En la Carretera, las distancias son enormes, pero más allá del horizonte la llanura nos espera.
Me tranquilice.
- Estamos en camino, pensé
Buscando que me calmes te dije:
- Se habla tanto y hay tan poca certeza.
Nunca más sabias palabras salieron de tu boca para aliviarme.
- Es verdad, que la inocencia nos proteja, ahora que todo es más perverso.
Te grité: ¿Vos no te vas, sabés? Yo no te suelto más. (Nadie te suelta) y cuando te busco no hay sitio en donde no estés.
Emocionado respondiste: – Qué bueno. Porque siento que pasan los días y sigo adelante tracción a sangre. Hay miles de voltios de atracción, debo ser un buen conductor.
Si, también te atraemos con la mente todo el tiempo.
Concluiste nuestra charla diciendo:
- Si esperamos juntos mareas altas bajarán. Pero, ¿Quién sabe cuánto habrá que remar?
Pensé por un segundo, y nunca entendí como en mis labios la respuesta improvisada antes de pensarla, surgió:
- No me voy, me quedo aquí.
Fue lo último que escuché.