No estaba muy seguro en qué callejón pasó esto. En algún barrio que habría pasado, no lo sabe, solo llevaba algo de prisa y se topó con ese ratón y sabía qué iba a decirle él al verle. Mentes típicas.
-¿Cómo estás? Tanto tiempo sin verte.
-Estoy bien, supongo que es una buena respuesta. Cuídate, llevo prisa.
-¿Por qué dices eso? qué raro eres, el tiempo te ha cambiado.
-Mire, nadie está preparado para otra clase de respuesta que no sean un "Estoy bien".
El ratón siguió su rumbo mientras el otro se quedó pensando.
-El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa sobre la cual debo pasar.
-Todo lo que debías hacer era mantener el ritmo y cambiar de rumbo -dijo el gato... y se lo comió.